En el verano de 1993, Andrew Wiles, un reservado matemático inglés, saltó a las primeras páginas de la actualidad de los periódicos de todo el mundo. Un hecho semejante, del todo asombroso tratándose de un matemático, se debió al anuncio de que podría haber resuelto la demostración del llamado último o gran teorema de Fermat.
El origen de este teorema está envuelto en un halo misterioso. Pierre de Fermat, un agudo matemático del siglo XVII que cobró celebridad por sus logros en óptica y geometría y que rivalizó en prestigio con Descartes, anotó en los márgenes de uno de sus libros predilectos, la Aritmética de Diofanto, una frase decisiva en la historia de la matemática: “He encontrado una maravillosa demostración de esta proposición, pero no puedo escribirla en este margen porque es demasiado larga”. Se refería a un postulado teórico que él mismo proponía relacionado con una sencilla expresión matemática:
la ecuación xn + yn = zn, con x, y, z, n números naturales. Pues bien, Fermat conjeturó que esta ecuación, que para n = 2 es el conocido teorema de Pitágoras de los triángulos rectángulos, carece de solución si el exponente n es mayor que 2.
1 comentario :
La entrada está bien pero ya un poco repetida y fuera del plazo previsto
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